Cartel

 


                           


    



Con manos inexpertas pero decididas dibujó y pintó las letras, lo armó, lo barnizó y fijó esas dos tablas de álamo a los postes que las sostendrían.

    Para su colocación al costado del camino contó con la colaboración y acompañamiento de Juanita, por esos días empezando su aventura escolar.

    Luego de colocados los dos postes en sus hoyos, apisonada convenientemente la tierra y comprobada su firmeza, se alejó unos pasos seguido por la niña.

    Así, desde unos cuantos metros, leyó en voz alta: Escuela Primaria N° 236, en la tabla de arriba; Paraje Pichi Neuquén, Dpto Minas, en la tabla de abajo.

-Y, Juanita, ¿qué te parece? largó, buscando complicidad para su orgullo recién inaugurado.

-Pal que sabe leer está güeno, maestro.

 

 ***

 

    Seguido por la Juanita el maestro vuelve pensativo hacia la escuela, escuela en un paraje lejano casi sin camino, que ningún forastero visita, y donde todos los pobladores -cálidos, generosos, sabios e iletrados- saben desde siempre que esa casilla de madera, solitaria en la pampita polvorienta, es la escuela aunque ningún cartel la nombrara hasta ahora.

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