El perrito del artesano
I (Ilustración tomada de internet) El paso de los días y de las semanas fue anudándolo a sus piernas, a sus pantalones sucios y ahumados. Se acostumbró a la concavidad de su mano pivoteando amorosa sobre su testuz. Qué placer en los días de feria deambular de puesto en puesto, cruzar y cruzar hasta la vereda de enfrente ignorando semáforos, esquivando vehículos raudos para rozar esa naricita que asomaba tras la verja. Escenas amigables de una vida callejera, sabiendo que él siempre estará allí, sus borcegos descascarados, el zumbido de la maquinita en sus dedos manchados de tinta, sus charlas con esos amigos de vincha. Semanas después, mientras el invierno se demoraba en la estepa el asfalto carcomió sus pasos, el humo de los neumáticos tiñó ...