Aquí abajo, abajo

 


Yo jamás  lo hubiera imaginado, jamás, jamás.  Porque una puede suponer peripecias del tiempo y el espacio cercano:  Se sabe que cuando quedás en manos de ellos te van a agarrar, te van a peinar, te van a sacar la ropita, te la van a poner, en fin, una sabe que está para eso.  Te sientan, te paran, perdés el equilibrio y te caés.  Bueno, eso no es nada, una también sabe que se tiene que bancar cada compañía, la negrita esa, motita, rechonchita, yo no tenía nada contra ella, pero que me la pusiera al lado y se quedara así, su brazo contra el mío vaya a saber cuánto tiempo, para mi era demasiado, y eso que a mi no me gusta discriminar.

Pensar que ella siempre fue muy modosita, muy prolijita, me acuerdo cuando su mamá me puso en sus manos, cómo me trataba, mucho upa, mucho cantarme canciones de cuna, peinarme, ponerme moñitos en el pelo, por eso es que yo jamás me hubiera imaginado ésto.

Pero ya el otro día la noté rara, la forma en que llegó, cómo abrió la puerta, cómo me miró, me acuerdo que llenó la tacita de plástico con té frío, me hundió la cara dentro, después me dejó tirada, ni me secó el pelo.

Ya sé que no es fácil. ¿Qué quiere una, qué busca, cuál es el deseo más profundo?  Yo quisiera mantenerme plena, intacta, el pelo sedoso, el vestido limpio y planchado, pero el precio es la soledad y la quietud total, una indiferencia de estante polvoriento …  O si nó el alboroto diario, ser elegida cada día, la emoción de los momentos cambiantes, las mínimas historias inventadas, protagonizando los previsibles papeles domésticos, al costo del dolor por la progresiva  decadencia y  deterioro, el vestido percudido, la bombachita estironeada,  una madeja de pelos de alambre erizados en la cabeza, quizás una pierna separada, llena de polvo y pelusa, ignorada  detrás de la cajonera.  

¿No es que los niños no se fijan en eso, que nos quieren para siempre, que durante los tiempos por venir seguirán  jugando con nosotros, que del hueco de una pierna faltante, o de un brazo,  no brotará el desdén y la indiferencia?

Ahora, aquí abajo, abajo, abajo, no consigo aceptar el olvido definitivo e irreversible, sumergida en  una maloliente eternidad de relleno sanitario.   






Comentarios

  1. Ooohhh!!!! Triste final para la compañera de infancia!!! Excelente texto

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  2. Hermoso texto! Nunca tan bien descriptos el olvido y la injusticia! Pobre muñequita que supo ser amada y privilegiada...

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    Respuestas
    1. ¡Cuanto decir en la brevedad!
      ¿Será que el amor encierra un poco todo eso?
      Y...ahí abajo abajo tan abajo se ¿encontrará consuelo?
      ¿Hay formas de amor que redimen el dolor?
      Sí... las hay

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  3. Que decirte, Daniel, si describiste a la última de mis muñecas, que olvidé en esa "indiferencia de estante polvoriento. La redime la forma en que yo la miraba y tu relato que la hace volver de alguna forma a mis recuerdos. Excelente pintura que en lo breve dice mucho.

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  4. Casi cuatro años después de publicado este texto, advierto que la foto merece un comentario: fué tomada en la cárcel U9 de Neuquén, luego de que se desafectara como cárcel, y durante el período en que se permitían visitas a las instalaciones abandonadas. En una especie de galpón de uso incierto, tomé esta imagen.

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